Para comenzar, quisiera explicarte de que se trata la resistencia con una experiencia personal.
Yo solía meditar sola en mi casa, pero un día decidí subir el nivel y asistir a prácticas grupales dirigidas por una persona formada en la ONENESS UNIVERSITY. En estas clases yo no lograba calmar mi mente. Los pensamientos iban y venían muy rápidos. El cuerpo me era incómodo, no sabía qué hacer con mi cuello, me picaba una pierna, la punta de la nariz, sentía hormigueo en los pies, me molestaba la espalda.
Al terminar la práctica, abría mis ojos y miraba a alrededor, y muchos sonreían como si hubiesen contactado con algo maravilloso. Por mi parte me sentía molesta conmigo misma por no lograr «elevarme espiritualmente». Así estuve durante varias prácticas. Pensaba que quizás era un grupo muy avanzado y debía asistir a un grupo de principiantes, o quedarme en mi casa y practicar sola hasta lograr dominar mi mente.
Luego de cada práctica, antes del cierre, siempre se daba el espacio de unos minutos para quien deseara compartir su experiencia o aprendizaje. Un día, un poco frustrada, levanté la mano y comenté lo que me había estado ocurriendo y pregunté ¿por qué me estaba pasando eso si yo sabía meditar?, a lo que nuestra guía me contestó: «eso que te está pasando se llama Resistencia».
Dentro de las enseñanzas de la ONENESS resistirse es no permitir. Es luchar con lo que hay y con lo que es, colocando toda tu energía en ello, y en lugar de experimentar gozo, experimentas sufrimiento.
Ahora bien, nuestra mente no para de hablar y no dejará de hacerlo. Pero podemos hacernos conscientes de ello y permitirle pensar mientras nosotros sólo respiramos y estamos.
Globalizando un poco el término y llevándolo hacia el trabajo psicocorporal, resistencia es evitar sentir o estar como sea que está el cuerpo en ese momento. Si nos levantamos con pesadez, falta de ánimo una mañana, sin razón aparente, tratamos de elevar la energía con ejercicio o afirmaciones frente al espejo aun sintiéndonos desanimados para evitar la sensación porque, además, culturalmente no es válido sentirse triste.
Hemos aprendido que ante situaciones dolorosas hay que luchar para superarlas y seguir adelante. Pero la lucha genera fricción entre lo que pienso y lo que siento, simplemente a veces no le damos espacio a la emoción para salir y sentirla como parte de nuestra crisis o proceso, y un día nos encontramos con una sensación de tristeza o lloramos y no sabemos por qué.
Te comparto estos pasos que puedes practicar para trabajar en tus resistencias y permitir la experiencia para conectarte con el gozo, la paz o el bienestar.
Para finalizar y recordar:
Es muy importante reconocer lo que nos pasa. Mirarlo, asumirlo y dejarlo estar. Escuchar nuestro cuerpo, distanciarnos un momento de nuestras creencias ya que estas están también vinculadas a nuestro patrón de tensión muscular.
Si deseas desarrollar tu conciencia corporal para no dejarte arrastrar por tus circunstancias, puedo acompañarte. Puedes acceder a una consulta gratuita para que conozcas y entiendas el trabajo psicocorporal y comiences a hacer uso de tus propios recursos internos para elevar tu bienestar a un mayor sentido.